A vos tambien te pasa...

16.8.07

Un día en la vida de John 3ª Parte

Hoffman venia corriendo por la pradera, se sentía joven y recordaba esa verde pradera, había jugado tanto tiempo en ella que ya no podía borrarla de su mente y ahí estaba otra vez, en la vieja pradera de Potowonket Maine, donde él había nacido. Sin embargo ese día tenia algo distinto, no solamente él se sentía distinto, sino también el paisaje pero no se podía dar cuenta que era, se detuvo un minuto en el medio de la pradera mientras el aire fresco le susurraba al oído, hizo silencio, solo podía escuchar el viento rozando el pastizal, pero de pronto un sonido empezó a ganar fuerza ¿serian acaso los bomberos? Hoffman corrió con todas sus fuerzas hacia el alambrado, cuando estaba por llegar se dio cuenta de que era el sonido, intento regresar a la pradrera pero no lo logro y de un salto se levanto de la cama, se había quedado dormido una vez mas soñando con su antiguo pueblo de Maine.

Hoffman era una persona sincera, buena y amable con todo el mundo, en el barrio lo reconocían por su gran panza y su eterna sonrisa, era el amigo incondicional de todos los chicos que recorrían su tienda, la vieja esquina en la 5 y el boulevard, donde Hoffman guardaba las mas increíbles golosinas para la delicia de todos los chicos que a veces le pedían un par gratis, Hoffman nunca les pudo decir que no, después de todo él también había sido un chico pegado a una vidriera, tenia un gran corazón y era el orgullo de Elizabeth, quien siempre le había dicho que esa pereza un día le traería problemas y sin duda, como toda madre, tenia razón.

Exaltado entro en el baño, no iba a bañarse, Hoffman no se bañaba a la mañana, como creció en el campo adquirió muchas de sus costumbres, entre ellas bañarse de noche antes de dormir. Mientras se cambiaba rápidamente intentaba lavarse los dientes, hoy no iba a poder desayunar. Lo bueno de trabajar en una casa de Golosinas es justamente que puedo desayunar cuando quiero se dijo a si mismo contento. Cerro rápidamente la puerta de la casa, levanto el diario del jardín que Tommy le había dejado y se dirigió al garaje donde lo esperaba su amado mustang.

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